Tras haber vivido casi tres años en China como académico de la Universidad de Nottingham sede Ningbo, nuestro socio Luis Torres vuelve a Inglaterra con la misma institución que en el país oriental. En su regreso nos cuenta más de sus clases y las tendencias mundiales en Ética y Compliance para este 2020.
Coméntanos sobre tu regreso a Inglaterra y las clases que impartirás en la Universidad de Nottingham
Como les decía a mis colegas en China, básicamente me cambio de oficina, ya que sigo siendo parte de la misma institución. Aunque con varios miles de kilómetros de distancia. El próximo año académico empiezo un curso sobre compliance (“managing business compliance”). Este es un curso que no se daba aquí y que propuse antes de venir. Afortunadamente fue aprobado, así que estoy muy entusiasmado. También comienzo a participar del RightsLab, el centro más grande del mundo en materia de esclavitud moderna.
Entendemos que en tu cátedra incorporas la temática del Compliance con la Inteligencia Artificial. Cuéntanos más al respecto
Sí, varias clases se basan en los desafíos y oportunidades que nuevas tecnologías como “Big Data, “Internet of Things (IoT)”, e inteligencia artificial representan para el Compliance Corporativo. Muchas de estas tecnologías no existían hace algunos años por lo que las regulaciones asociadas a las mismas están bastante en pañales. Pensemos en, por ejemplo, aplicaciones que monitorean el nivel de atención y movimiento de los trabajadores, algoritmos que intentan predecir conductas de riesgos, o incluso, información biométrica, que ya utilizamos pero que hoy contamos con las herramientas para analizar en tiempo real. Estos son, sin duda, aspectos complejos desde una perspectiva de los derechos humanos y tanto la OECD como la Unión Europea han desarrollado algunas guías generales para ayudar a los países en la generación de regulación interna. Por otro lado, estas nuevas tecnologías nos pueden ayudar a facilitar los procesos de Compliance en las empresas o incluso generar nuevas oportunidades de negocio. Ejemplos claros con el “Regtech” y el “Fintech” que son bastante conocidos para la industria financiera y que, poco a poco, se mueven a otras industrias
¿Cuáles crees que son los temas de vanguardia en materia de Compliance para este 2020?
Históricamente la función de Compliance se ha preocupado de definir las normas y marco regulatorio interno para que las empresas se ajusten de forma efectiva a leyes, regulaciones y contratos relevantes. Esto se ha enfocado frecuentemente en la prevención de delitos corporativos, la protección de datos personales, los canales de denuncia y el gobierno corporativo, por mencionar algunos. De hecho, cuando buscamos “compliance” en internet, generalmente encontramos títulos que engloban tres conceptos clave: gobierno corporativo, riesgo y compliance.
En este sentido, yo diría que tenemos al menos tres tendencias que se vienen con fuerza. Por una parte, el compliance se mueve desde la simple generación de documentos normativos a la generación de la culturas internas de compliance. Esto implica un reconocimiento a que las normas, tantos internas como externas, no siempre funcionan sin una clara integración en la cultura de la empresa y no sólo en los documentos de la misma. Así, hoy hablamos de compliance y ética lo que implica un cambio a nivel de los valores empresariales y el comportamiento de los trabajadores.
Por otro lado, la integración de tecnología y datos en la gestión del compliance. Este es un mundo por desarrollar. El desarrollo de algoritmos para detectar, por ejemplo, fraude, el uso de “Blockchain” para mejorar la trazabilidad en la cadena de suministro y la generación de modelos predictivos a través del uso de “big data” para una mejor gestión de riesgos.
Finalmente, la ampliación del concepto de riesgos para incluir aspectos sociales y ambientales. Esta última tendencia está directamente asociada con los requisitos impuestos por la nueva agenda de desarrollo global (u Objetivos de Desarrollo Sostenible) y la creciente preocupación de los inversionistas en el impacto de las empresas en las que ponen su dinero, así como la potencial reducción del valor de sus acciones debido a estos nuevos (aunque no tan nuevos) riesgos.
Ahora tenemos que sumar tambien las repercusiones del COVID-19 (coronavirus). Sin embargo, creo que la pandemia refuerza estas tendencias, en lugar de modificarlas. Por ejemplo, las culturas de compliance tendran que moverse a un modelo de “estar alerta” y distanciamiento físico. La gestion adecuada de datos ha sido y será clave para mantener los contagios en niveles controlables y la comunidad informada en tiempo real. Finalmente, problemáticas sociales como probreza y desigualdad se intensificarán reforzando el malestar social, mayor escrutino público y reducción del consumo. Riesgos ya existentes, pero que particularmente hoy deben ser incluidos como parte de la gestión empresarial.
¿Qué visión tienes sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU?
Generalmente, cuando hablamos de aprendizaje decimos que la única forma de aprender algo nuevo es a traves de salir de nuestra zona de confort. Creo que los Objetivos de Desarrollo Sostenible van en esa dirección. Si pensamos en la agenda del desarrollo previa al 2015 nos daremos cuenta que los ocho Objetivos del Milenio eran más “simples” y tenían menos metas. Los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible con sus 169 metas representan un salto tangencial en materia de desarrollo. Uno de los aspectos diferenciales aquí es que esta nueva agenda hace un llamado explícito al mundo privado. Se entiende que los gobiernos no son capaces de movilizar los recursos e iniciativas necesarias sin la colaboración del mundo privado. En palabras simples, si al 2030 no logramos los Objetivos de Desarrollo Sostenible ya no es simplemente porque los gobiernos no hicieron su parte, sino que también las empresas fallaron.
¿Qué consejos y consecuencias aprecias en la forma de hacer organizaciones a partir de estos objetivos?
Representa un desafío para las empresas en Chile y en cualquier otro país. El desafío básico es que esta agenda fue creada desde una perspectiva macro y con foco en políticas públicas. Problemáticas como pobreza, hambruna, desigualdad y cambio climático, por mencionar algunos, son muy familiares para las políticas públicas y claramente para el público en general ya que aparecen frecuentemente en las noticias. Pero, la pregunta es cómo adaptamos estas problemáticas al mundo de los negocios. Sabemos que las empresas tienen un rol fundamental, pero cómo hacemos para que asuman dicho rol y contribuyan como se espera. Hoy existen varias herramientas que ofrecen guías para que las empresas midan y reporten en materia en esta materia. Yo diría que la mayoría de los estándares y guías internacionales están hoy ajustándose a esta agenda.
¿Cómo cambia exactamente esto la forma de pensar las empresas?
En mis clases de ética de negocios les pregunto a los estudiantes cuál es el propósito de la empresa. La respuesta es siempre la misma, generar beneficio económico para el inversionista. Si bien la respuesta no es necesariamente incorrecta, es a lo menos incompleta. El foco en utilidades nos muestra el sesgo que el modelo capitalista tradicional nos ha inculcado. Sin embargo, la realidad es que las empresas existen para satisfacer una necesidad social, la recompensa por satisfacer dicha necesidad es beneficio económico. Si entendemos las empresas en este sentido más amplio, también entenderemos su rol en la agenda del desarrollo. Estos no son solamente desafíos de nuestro país, sino que son desafíos compartidos.